Las entidades financieras enfrentan una serie de dificultades en el desarrollo de su negocio. Los mayores problemas surgen de:
- estándares crediticios poco prudentes para otorgar un préstamo o aceptar una contraparte,
- una deficiente gestión de la cartera de préstamos e inversiones,
- debilidades en la lectura de los cambios económicos.
Estos problemas están asociados principalmente con el riesgo de crédito, el cual se define como la probabilidad de sufrir pérdidas derivadas del incumplimiento de las obligaciones contractuales por parte de las contrapartes con las que se relaciona la entidad.
En la mayoría de las entidades financieras, según la composición del activo, la cartera de préstamos es la principal fuente de riesgo de crédito; sin embargo, otras actividades también conllevan este riesgo, entre las cuales están las inversiones negociables y permanentes y las actividades fuera de balance (operaciones contingentes y otros).
Las entidades que otorgan préstamos o compran inversiones a un plazo más largo están más expuestas al riesgo de crédito que aquellas cuyos préstamos e inversiones tienen un vencimiento más corto. No existiría riesgo de crédito si todos los préstamos e inversiones fueran cobrados en su totalidad en los términos y plazos originalmente pactados, sin embargo esta situación en la realidad es poco probable, estando siempre presente el riesgo de crédito en mayor o menor grado. Por otra parte, si el prestatario o contraparte quiebra o presenta debilidades financieras, el riesgo de crédito se incrementa, poniendo en duda la recuperación del capital.
Gestión del Riesgo de Crédito
Para minimizar el impacto del riesgo de crédito, es importante que las entidades financieras realicen actividades para gestionar este riesgo, en el entendido de que el negocio no está en eludir los riesgos, sino más bien en manejarlos adecuadamente con el objetivo de maximizar la utilidad, manteniendo una exposición al riesgo de crédito en niveles aceptables.
Las entidades deben tener la capacidad de manejar tanto el riesgo de crédito inherente a toda la cartera, así como el riesgo en préstamos o inversiones de manera individual. Una adecuada gestión de riesgo de crédito, es un componente esencial para asegurar el éxito y la permanencia de una entidad en el largo plazo.
Debido a que la exposición al riesgo de crédito ha sido y será la principal fuente de problemas para las entidades financieras, éstas tienen que mejorar sus metodologías para identificar, medir, controlar y/o mitigar, monitorear y divulgar el riesgo de crédito, así como estimar el nivel de capital adecuado para hacer frente a este riesgo.
Buenas Prácticas de Gestión de Riesgo de Crédito
En el ámbito de supervisión, el Comité de Basilea emitió un documento en el año 2000 que recoge las mejores prácticas de gestión del riesgo de crédito. Dicho documento agrupa las prácticas en cuatro áreas:
- Establecer estrategias y políticas apropiadas para la gestión del riesgo de crédito.
- Contar con un proceso aceptable para la otorgación de créditos.
- Mantener un adecuado sistema de administración, medición y monitoreo de créditos (que incluye el análisis continuo de la capacidad de pago y seguimiento del prestatario).
- Asegurar la implementación de controles para la gestión del riesgo de crédito.
Finalmente, cabe señalar que la complejidad de la gestión del riesgo de crédito dependerá de la naturaleza y tamaño de cada entidad financiera.
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